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23-1-2025 – En la mañana del jueves 27 de junio de 1985, en el salón Boyacá del Palacio de Miraflores, el joven periodista Roberto Giusti habló sobre un “experimento único en la prensa nacional”. Se entregaban los Premios Nacionales de Periodismo y el diario El Nacional había logrado su zafra más frondosa y abundante de toda su historia. El presidente Lusinchi sonreía como la Mona Lisa.
Doce de sus periodistas habían sido galardonados. Alzaron las copas en las categorías Opinión, Fotografía, Diseño Gráfico, La Pájara Pinta, Cirio, Trayectoria profesional, Mejor reportero, Divulgación científica. La nata del periodismo nacional, sin modestias.
El de Opinión no se le otorgaría esta vez a luminarias consagradas, que pasaban décadas opinando y opinando, sino a reporteros a quienes hasta ese entonces no se les permitía expresar e interpretar lo que ocurría dentro, detrás o más allá de las fuentes que cubrían. El premio en Opinión no lo obtuvo una persona sino un colectivo profesional de primera clase. En la página dominical «Siete en Uno» éramos seis. Jesús Lossada Rondón pasaba sus días apostado debajo de una mata de mango en Miraflores; Ramón Hernández tenía como oficio entrevistas espectaculares; Roberto Giusti destacaba por sus impresionantes reportajes; Cuto Lamache era un hombre del pleistoceno que conocía muy bien el paño nacional; Misael Salazar Leidenz llevaba el pulso de la provincia; Víctor Suárez había inventado el guateque, escribía todos los domingos y coordinaba la página. “Siete en Uno” había desplazado en lectoría y resonancia a la tradicional página de Opinión que ocupaba la A-4. De eso hablaba Giusti en el salón Boyacá.
La buenaventura de “Siete en Uno” culminó cuando el publicista Franklin White llegó a la dirección del periódico.
JOVEN Y RESPETADO
Roberto Giusti andaba por los 33 años de edad y ya era un reportajista maduro y respetado, entre los primeros del ranking nacional.
Tachirense de Rubio, egresado de la UCAB, había hecho pininos en la ULA, en Radio Caracas Radio y en El Mundo. Tenía un tutor formidable llamado Germán Carías: “Su periodismo no ha podido ser emulado. Se dice que es el precursor del periodismo de investigación en Venezuela, pero él llegó más lejos y fue entre otras inquietudes maestro de reporteros. Yo fui uno de ellos”.
En El Nacional se formó y se curtió, desarrolló su potencial, se puso a prueba en misiones peligrosas, domeñó el español y creó su propio estilo. Sobre esa época decía: “Trabajé 10 años en El Nacional y le debo mi hechura como periodista. Hoy (13-12-2018) cierra sus puertas llevándose veracidad, amplitud y periodismo libre. Pero lo que faltará más será el talante burlón que le imprimió Miguel Otero Silva a la hora de chocar con las fuerzas del mal y vencerlas”.
UNA ENTREVISTA SINGULAR
Una tarde de julio de 1983 se acercó a mi oficina en el diario. “Hoy no vengo a hablar tonterías contigo. Aquí traigo mi pauta del día. Tengo que entrevistarte. Castrico Pimentel (Jefe de Información de entonces) me dijo que me daría una página completa”. Aunque mi cargo en El Nacional era Editor Técnico/Jefe de Secretaría de Redacción, era un estudiante de Comunicación Social en la UCV que dos días antes había recibido su título en el Aula Magna, junto a una decena de compañeros de trabajo. ¿El mérito? Haber encarado y culminado la automatización de los procesos de edición y producción del diario El Nacional. Giusti tituló: “Yo mato al tigre tecnológico y pongo a secar el cuero”.
EN LA ESQUINA DE ÁNIMAS
Se fue a El Universal. Allí se encontró nuevamente con su carnal Ramón Hernández; con José Egidio Rodríguez, su profesor en la UCAB y exreportero de Economía y exjefe de Internacionales en El Nacional; conmigo en calidad de columnista especializado en Telecomunicaciones; y con Pedro Llorens, un personaje inolvidable que era el jefe de información del diario. Los domingos salíamos a tomar café en la opuesta esquina de Manduca en una panadería candelaria. En ese grupo no había caraqueños: un canario, un luso, un catalán, un andino y un oriental.
RELACIONES OFICIALES
A Giusti le vimos al lado de Carlos Andrés Pérez, como Director de Infomación de la Presidencia: “Acompañé a CAP el 27-11-1992, quien se negó a abandonar Miraflores y enfrentó el bombardeo de los golpistas con ejemplar heroísmo y determinación”.
Entrevista a Mijail Gorbachov, último presidente de la Unión Soviética. Caracas, 2006.
Durante ese segundo mandato de CAP, la agencia oficial Venpres adelantó un proyecto de internacionalización. Envió a las principales capitales del mundo a un grupo de distinguidos periodistas. Giusti fue asignado a Moscú cuando la URSS estaba sucumbiendo. Desde allá reportó con maestría la caída del Socialismo Real.
SUS LIBROS
Esa experiencia la plasmó en sus libros “Yo lo viví” y en “Yeltsin corazón de león”. En su estante de publicaciones propias también se encuentran “Memorias Inconclusas” (Cardenal Castillo Lara); “Pasión Guerrilla” (Relaciones de Chávez con la guerrilla colombiana); “Del mal que vas a morir” (La salud en Venezuela); “Los años duros I” y “Los años duros II”; “Con la frente en alto”; Los caminos del agua: del Táchira al Atlántico; “Borges arrecho: arremete contra todo”.
Pero la más exigente, por el trabajo periodístico que supuso y los contratiempos en el camino, fue “Carlos Andrés Pérez: Memorias Proscritas”, escrita a cuatro manos con Ramón Hernández.
LA BIOGRAFÍA
Con motivo del centenario del nacimiento de Carlos Andrés Pérez (1922-2010), el Papel Literario de El Nacional publicó un Autorretrato, firmado por Ramón Hernández. Allí se habla sobre el proceso de producción del libro Memorias Proscritas.
“En la corta historia de Venezuela, apenas 200 años nos separan de Carabobo, solo José Antonio Páez tuvo la disciplina y el tino de escribir sus memorias con la ayuda del maestro Luis F. Mantilla y de sustentarse en documentos. Cuando Pérez aceptó el proyecto que le presentamos Roberto Giusti y yo para producir sus memorias, había otras propuestas y otros interesados. Pérez nunca nos dijo que tenía un compromiso con Agustín Blanco Muñoz ni con el buen amigo de Jaime Lusinchi que fue Caupolicán Ovalles. Coincidimos con uno y otro en la antesala de La Ahumada, pero cada uno se reservaba sus propósitos.
“Era un libro muy ambicioso, pero pese a estar preso, Pérez le dedicaba poco tiempo. Menos de dos horas y no todos los días, aunque siempre muy temprano. Al mismo tiempo que se transcribían, se le entregaba una copia que regresaba con muy pocas tachaduras o enmiendas, pero muchos agregados. A veces, varios pliegos escritos a mano”.
Los dos periodistas comenzaron su trabajo en 1994 y lo culminaron en 2006 con su publicación por Los Libros de El Nacional, Caracas. Son 95 capítulos que van desde el nacimiento de CAP el 27 de octubre de 1922 en la hacienda Argentina, en la aldea Vega de la Pipa, estado Táchira, hasta el punto final: “Hubiera preferido otra muerte”.
El Nacional no ha reimpreso el libro. La editorial Los Libros de Malaquías subió a Amazon una versión Kindle de 507 páginas.
Los otros dos proyectos que le rondaban también se concretaron. Blanco Muñoz publicó en 2011 “¡Yo Sigo Acusando!” y Caupolicán publicó en 1996 “Usted me debe esa cárcel: Conversaciones en La Ahumada”.
EN RADIO Y TV
Estuvo en Globovisión, al frente de los programas Primera Página y Grado 33. En RCR formó dupla con el periodista cubano Fausto Massó en la conducción del programa Golpe a Golpe. Cuando Globovisión fue vendida en 2013, Giusti y un grupo de anclas decidieron marcharse. Ganó el Premio Nacional de Periodismo en ambas categorías.
EN ESTADOS UNIDOS
Más tarde viajó a Atlanta, contratado por CNN en Español. Su estada allí no fue del todo exitosa. En 2017 pasó al sur de Estados Unidos. Norman, a 20 millas de Oklahoma City, es una ciudad de 130 mil personas, de las cuales 30 mil son estudiantes procedentes de todas partes del planeta. Su esposa había sido contratada como docente por la Universidad de Oklahoma, mientras Roberto se desempeñaba como jardinero. Para mantener vivo el ejercicio, entre 2017 y 2018 escribió 12 piezas periodísticas en el portal www.atril.press, y unas 30 en Actualy.es.
Ya entonces presentaba los primeros síntomas del Parkinson. Paulatinamente, sus mensajes comenzaron a escasear, debido a que estaba perdiendo el control de la movilidad de los dedos. Podía leer los mensajes pero no podía responderlos. En el hogar hubo ruptura. Tomó la decisión de volver a Venezuela, a Mérida, donde residen sus hermanas. Ya con la enfermedad avanzada, los cuidados personales se extremaron. En noviembre del 2022 lo dieron por desaparecido al no haber vuelto a la casa de familia en el tiempo esperado. Familiares y amigos movilizaron a la policía y a los bomberos, su nombre y sus características corporales se hicieron públicas en las redes sociales y también la enfermedad que padecía. Y de pronto apareció. ¿Dónde estabas? Salí a caminar, me cayó tremendo aguacero y tuve que refugiarme hasta que pasara el chaparrón.
En un chat de veteranos del diario El Nacional, Roberto hizo silencio durante más de un año. En enero de 2024 salió de ese grupo exclusivo. El 22 de enero de 2025 salió del grupo terrenal.